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Se le considera el más importante músico argentino de folclore. Sus composiciones han sido cantadas por reconocidos intérpretes, como Mercedes Sosa, Los Chalchaleros, Horacio Guarany, Jorge Cafrune, Alfredo Zitarrosa, José Larralde, Víctor Jara, Ángel Parra, Jairo, Andrés Calamaro, Divididos, Marie Laforêt y Mikel Laboa entre muchos otros, y siguen formando parte del repertorio de innumerables artistas, en Argentina y en distintas partes del mundo. En 1986 Francia lo condecoró como Caballero de la Orden de las Artes y las Letras.
Don "Ata" |
Coplas del payador perseguido
Con su permiso viá dentrar
aunque no soy convidao
pero en mi pago un asao
no es de naides y es todos
yo via a cantar a mi modo
después que haya churrasqueao.
No tengo Dios pa pedir
cuartiada en esta ocasión,
ni puedo pedir perdón
si entuavía no hei faltao;
veré cuando haiga acabao;
pero ésa es otra cuestión.
Yo sé que muchos dirán
que peco de atrevimiento
si largo mi pensamiento
pal rumbo que ya elegí,
pero siempre he sido así;
galopiador contra el viento.
Eso lo llevo en la sangre
dende mi tatarabuelo.
Gente de pata en el suelo
fueron mis antepasaos;
criollos de cuatro provincias
y con indios misturaos.
Mi agüelo fue carretero,
mi tata fue domador;
nunca se buscó dotor
pues se curaban con yuyos,
o escuchando los murmuyos
de un estilo de mi flor.
Como buen rancho paisano
nunca falto una encordada,
de ésas que parecen nada
pero que son sonadoras.
Según el canto y la hora
quedaba el alma sobada.
Mi tata era sabedor
por lo mucho que ha rodao.
Y después que había cantao
destemplaba cuarta y prima,
y le echaba un poncho encima
"pa que no hable demasiado..."
La sangre tiene razones
que hacen engordar las venas.
Pena sobre pena y pena
hacen que uno pegue el grito.
La arena es un puñadito
pero hay montañas de arena
No sé si mi canto es lindo
o si saldrá medio triste;
nunca fui zorzal, ni existe
plumaje más ordinario.
Yo soy pájaro corsario
que no conoce alpiste.
Vuelo porque no me arrastro,
que el arrastrarse es la ruina;
anido en árbol de espina
lo mesmo que en cordillera
sin escuchar las zonceras
del que vuela a lo gallina.
No me arrimo así nomás
a los jardines floridos.
Sin querer vivo alvertido
pa' no pisar el palito.
Hay pájaros que solitos
se entrampan por presumidos.
Aunque mucho he traqueteao
no me engrilla la prudencia.
Es una falsa experiencia
vivir temblándole a todo.
Cada cual tiene su modo;
la rebelión es mi cencia.
Pobre naci y pobre vivo
por eso soy delicao.
Estoy con los de mi lao
cinchando tuitos parejos
pa' hacer nuevo lo que es viejo
y verlo al mundo cambiao.
Yo soy de los del montón,
no soy flor de invernadero.
Soy como el trébol campero,
crezco sin hacer barullo.
Me aprieto contra los yuyos
y así lo aguanto al pampero.
Acostumbrao a las sierras
yo nunca me sé marear,
y si me siento alabar
me voy yendo despacito.
Pero aquel que es compadrito
paga pa' hacerse nombrar.
Si me dicen señor,
agradezco el homenaje;
mas, soy gaucho entre el gauchaje
y soy nadie entre los sabios.
Y son pa' mi los agravios
que le hagan al paisanaje.
La vanidá es yuyo malo
que envenena toda huerta.
Es preciso estar alerta
manejando el azadón,
pero no falta el varón
que la riega hasta en su puerta.
El trabajo es cosa buena,
es lo mejor da la vida;
pero la vida es perdida
trabajando en campo ajeno.
Unos trabajan de trueno
y es para otros la llovida.
Trabajé en una cantera
de piedritas de afilar.
Cuarenta sabían pagar
por cada piedra pulida,
y era a seis pesos vendida
en eso del negociar.
Apenas el sol salía
ya estaba a los martillazos,
y entre dos a los abrazos
con los tamaños piegrones,
y por esos moldejones
las manos hechas pedazos.
Otra vez fui panadero
y hachero en un quebrachal;
he cargao bloques de sal
y también he pelao cañas,
y un puñado de otras hazañas
pa' mi bien o pa' mi mal.
Buscando de desasnarme
fui pinche de escribanía;
la letra chiquita hacía
pa' no malgastar sellao,
y era también apretao
el sueldo que recibía.
Cansao de tantas miserias
me largué pal Tucumán.
Lapacho, aliso, arrayán,
y hacha con los algarrobos.
¡Por dos cincuenta! Era robo
pa' que uno tenga ese afán.
Sin estar fijo en un lao
a toda labor le hacía,
y ansí sucedio que un día
que andaba de benteveo
me topé con un arreo
que dende Salta venía.
Me picó ganas de andar
y apalabré al capataz,
y ansí, de golpe nomás
el hombre me preguntó:
¿Tiene mula? Cómo no
le dije . Y hambre, demás.
A la semana de aquello
repechaba cordilleras,
faldas, cuestas y laderas
siempre pal lao del poniente,
bebiendo agua de vertiente
y aguantando las soleras.
Tal vez, alguien haya rodao
tanto como rodé yo
pero le juro, créamelo
que vi tanta pobreza
que yo pensé con tristeza
Dios por aquí no paso
Se nos despeñó una vaca
causa de la cerrazón,
y nos pilló la oración
cueriando y haciendo asao;
dende ese día, cuñao
se me gastó mi facón.
Me sacudí las escarchas
cuando bajé de los Andes,
y anduve en estancias grandes
cuidando unos parejeros;
trompeta, tapa y sombrero,
pero pa' los peones, de ande.
La peonada, al descampao,
el patrón, en Güenos Aires.
Nosotros, el cu...ello al aire
con las carona mojadas,
y la hacienda de invernada
más relumbrosa que un fraile.
El estanciero tenía
también sus cañaverales,
y en los tiempos otoñales
juntábamos los andrajos,
y nos íbamos p'abajo
dejando los pedregales.
Allí nos amontonaban
en lote con otros criollos,
cada cual buscaba un hoyo
ande quinchar su guarida,
y pasábamos la vida
rigoriaos y sin apoyo.
Faltar, no faltaba nada:
vino, café y alpargatas.
Si habré revoliao las patas
en gatos y chacareras.
Recién la cosa era fiera
al dir a cobrar las latas.
¡Qué vida más despareja!
Todo es ruindad y patraña;
Pelar caña es hazaña
del que nació pal rigor.
Allá había un solo dulzor
y estaba adentro e' la caña.
Era un consuelo pal pobre
andar jediendo a vinacho.
Hombres grandes y muchachos
como malditos en vida,
esclavos de la bebida
se lo pasaban borrachos.
¡Tristes domingos del surco
los que yo he visto y vivido!
Desparramaos y dormidos
en la arena amanecían,
a lo mejor soñarían
con la muerte o el olvido...
Riojanos y santiagüeños,
salteños y tucumanos,
con el machete en la mano
volteaban cañas maduras,
pasando sus amarguras
y aguantando como hermanos.
¡Rancho techao con maloja,
vivienda del peleador!
En medio de ese rigor
no faltaba una vihuela,
con que el pobre se consuela
cantando coplas de amor.
Yo también, que desde chango
unido al canto crecí,
más de un barato pedí
y pa' los peones cantaba.
¡Lo que a ellos les pasaba
también me pasaba a mí!
Cuando yo aprendí a cantar
armaba con pocos rollos.
Y en la orilla de un arroyo
bajo las ramas de un sauce,
crecí mirando en el cauce
mis sueños de pobre criollo.
Cuando sentí una alegría;
cuando el dolor me golpeó;
cuando una duda mordió
mi corazón de paisano,
desde el fondo de los llanos
vino un canto y me curó...
En esos tiempos pasaban
cosas que ya no pasan.
Cada cual tenía un cantar
o copla de anochecida.
Formas de curar la herida
que sangra en el trajinar.
Algunos cantaban bien.
Otros, pobres, más o menos...
Mas no eran cantos ajenos,
aunque marca no tenían.
Y todos se entretenían
guitarreando hasta el desvelo.
Por áhi se allegaba un máistro,
de esos puebleros letraos;
juntaba tropa y versiaos
que iban después a un libraco,
y el hombre forraba el saco
con lo que otros han pensao.
Los peones formaban versos
con sus antiguos dolores.
Después vienen los señores
con un cuaderno en la mano,
copian el canto paisano
y presumen de escritores.
El criollo cuida su flete,
su guitarra y su mujer;
siente que enfrenta un deber
cada vez que da la mano;
y aunque pa' todo es baquiano
sólo el canto ha de perder.
¡Coplas que lo acompañaron
en las quebradas desiertas,
aromas de flores muertas
y de patriadas vividas,
fueron la luz encendida
para sus noches despiertas!...
Se aflige si se le pierde
un bozal, un maneador,
pero no siente furor
si al escucharle una trova,
viene un pueblero y le roba
su mejor canto de amor.
De seguro, si uno piensa,
le halla el nudo a la madeja,
porque la copla más vieja,
como la ráiz de la vida,
tiene el alma por guarida,
que es ande anidan las quejas.
Por eso el hombre al cantar
con emoción verdadera,
echa su pena p' ajuera
pa que la lleven los vientos,
y ansí, siquiera un momento
se alivia su embichadera.
No es que no ame a su trova
ni que desprecie su canto.
Es como cuando un quebranto
en la noche de los llanos
hace aflojar al paisano
y el viento le lleva el llanto.
En asuntos del cantar,
la vida nos va enseñando
que sólo se va volando
la copla que es livianita.
Siempre caza palomitas
cualquiera que anda cazando...
Pero si el canto es protesta
contra la ley del patrón,
se arrastra de peón a peón
en un profundo murmullo,
y marcha al ras de los yuyos
como chasque en un malón.
Se pueden perder mil trovas
ande se canten quereres,
versos de dichas, placeres,
carreras y diversiones;
suspiros de corazones
y líricos padeceres.
Pero si la copla cuenta
del paisanaje la historia,
ande el peón vueltea la noria
de las miserias sufridas,
ésa, se queda prendida
como abrojo en la memoria
Lo que nos hizo dichosos
tal vez se pueda olvidar;
los años en su pasar
mudarán los pensamientos.
Pero angustias y tormentos
son marcas que han de durar...
Estas cosas que yo pienso
no salen por ocurrencia.
Para formar mi esperencia
yo masco antes de tragar.
Ha sido largo el rodar
de ande saqué la alvertencia.
Si uno pulsa la guitarra
pa cantar coplas de amor,
de potros, de domador,
del cielo y las estrellas,
dicen : ¡Qué cosa más bella!
¡Si canta que es un primor!
Pero si uno, como Fierro,
por áhi se larga opinando,
el pobre se va acercando
con las orejas alertas,
y el rico vicha la puerta
y se aleja reculando.
Debe trazar bien su melga
quien se tenga por cantor,
porque sólo el impostor
se acomoda en toda huella.
Que elija una sola estrella
quien quiera ser sembrador...
En el trance de elegir
que mire el hombre p' adentro,
ande se hacen los encuentros
de pensares y sentires.
Después... que tire ande tire,
con la concencia por centro.
Hay diferentes montones,
unos grandes, y otros chicos.
Si va pal montón del rico
el pobre que piensa poco,
detrás de los equivocos
se vienen los perjudicos.
Yo vengo de muy abajo,
y muy arriba no estoy.
Al pobre mi canto doy
y así lo paso contento,
porque estoy en mi elemento
y áhi valgo por lo que soy.
Si alguna vuelta he cantao
ante panzudos patrones,
he picaneao las razones
profundas del pobrerío.
Yo no traiciono a los míos
por palmas ni patacones.
Aunque canto en todo rumbo
tengo un rumbo preferido.
Siempre canté estremecido
las penas del paisanaje,
la explotación y el ultraje
de mis hermanos queridos.
Pa que cambiaran las cosas
busqué rumbo y me perdí;
al tiempo, cuenta me di
y agarré por buen camino.
¡Antes que nada, argentino;
y a mi bandera seguí...!
Yo soy del norte y del sur,
del llano y del litoral;
y naide lo tome a mal
si hay mil gramos en el kilo.
Ande quiera estoy tranquilo
pero ensillao, soy bagual.
El cantor debe ser libre
pa desarrollar su cencia.
Sin buscar la convenencia
ni alistarse con padrinos.
De esos oscuros caminos
yo ya tengo la experiencia.
Yo canto, por ser antiguos
cantos que ya son eternos;
y hasta parecen modernos
por lo que en ellos vichamos.
Con el canto nos tapamos
para entibiar los inviernos...
Y no canto a los tiranos
ni por orden del patrón.
El pillo y el trapalón
que se arreglen por su lado
con payadores comprados
y cantores de salón.
Por la fuerza de mi canto
conozco celda y penal.
Con fiereza sin igual
más de una vez fui golpiao,
y al calabozo tirao
como tarro al basural.
Se puede matar a un hombre.
Pueden su rostro manchar,
su guitarra chamuscar.
¡Pero el ideal de la vida,
esa es leñita prendida
que naide ha de apagar!
Los malos se van alzando
todo lo que hallan por áhi;
como granitos de máiz
siembran los peores ejemplos,
y se viene bajo el templo
de la decencia del páis.
Detrás del ruido del oro
van los maulas como hacienda;
no hay flojo que no se venda
por una sucia moneda;
mas, siempre en mi tierra queda
gauchaje que la defienda.
Cantor que cante a los pobres
ni muerto se ha de callar.
Pues ande vaya a parar
el canto de ese cristiano,
no ha de faltar el paisano
que lo haga resucitar.
El estanciero presume
de gauchismo y arrogancia.
El cree que es extravagancia
que su peón viva mejor.
Mas, no sabe ese señor
que por su peón tiene estancia.
Aquel que tenga sus reales
hace muy bien en cuidarlos;
pero si quiere aumentarlos
que a la ley no se haga el sordo.
Que en todo puchero gordo
los choclos se vuelven marlos.
Una vuelta, sin trabajo,
andaba por Tucumán,
y en una fonda, ande van
cantores de madrugada,
me acerqué pa la payada
que siempre ha sido mi afán.
Aunque extrañando la monta
me le apilé a un instrumento.
Y al cabo de algún momento
le di puerta a una baguala,
con una coplita rala
de esas que llevan los vientos.
Tal vez fuera la guitarra.
¡Tan lindo como sonaba !
Mi corazón remontaba
tristezas de los caminos,
y lo maldije al destino
que tantas penas me daba.
Un hombre se me acercó
y me dijo: ¿Qué hace acá?
Viaje pa la gran ciudad
que allá lo van a entender ;
áhi tendrá fama, placer
y plata pa regalar.
¡Para qué lo habré escuchao!
¡Si era la voz del mandinga !
Buenos Aires, ciudá gringa,
me tuvo muy apretao.
Tuitos se me hacían a un lao
como cu ... erpo a la jeringa.
Y eso que no vine pobre
pues traiba alpargatas nuevas.
Las viejas ... pa cuando llueva
en la alforja las metí;
un pantalón color gris
y un saco tirando a leva.
Saltando de radio en radio
anduve, figuresé.
Cuatro meses me pasé
en partidas malogradas;
naide aseguraba nada,
y sin plata me quedé.
Vendí mis lindas alforjas.
Mi guitarra, ¡la vendi !
En mi pobreza, ay de mí,
me hubiera gustao guardarla.
¡Tanto me ha costao comprarla
Pero, en fin ... todo perdí !
¡Vihuela, dónde andarás,
qué manos te están tocando.
Noches enteras pensando
siquiera como consuelo,
que sea un canto de este suelo
lo que te están arrancando...!
Cuando el máiz está en barbecho
luce un color brillantón;
las hebras, como un nailón
presumen con sus lindezas.
Pero agachan la cabeza
si las agarra el carbón.
Igual me pasaba a mí
en aquellos tiempos idos;
joven, fuerte, presumido,
y cuando se acabó el queso,
volví en un triste regreso
poblada l' alma de olvidos.
Cosas de la juventud...
¡Malhaya, dónde andarás...!
Aura que estoy bataraz
de tanto cambiar el pelo,
recuerdo aquellos develos
pero no miro p'atras.
Me volví pal Tucumán
nuevamente a padecer.
Y en eso de andar y ver
se pasarón muchos años
entre penas, desengaños,
esperanzas y placer.
Mas, no jué tiempo perdido,
asegún lo ví después.
Porque supe bien como es
la vida de los paisanos.
De todos me sentí hermano,
del derecho y del revés.
Siempre recuerdo los tiempos
en que guapiando pasé,
los cerros que atravesé
buscando lo que no hallaba,
y hasta a veces me quedaba
por esos campos de a pie.
La vida me fue enseñando
lo que vale una guitarra ;
por ella anduve en las farras
tal vez hecho un estropicio,
y casi me agarra el vicio
con sus invisibles garras.
Menos mal que llevo adentro
lo que la tierra me dio.
Patria, raza o que sé yo,
pero que me iba salvando,
y así, seguí caminando
por los caminos de Dios.
La cosa estaba en pensar
que al pulsar un instrumento,
hay que dar con sentimiento
toda la fuerza campera.
Pero nadie larga afuera
si no tiene adentro...
La guitarra es palo hueco,
y pa tocar algo bueno,
el hombre debe estar lleno
de claridades internas.
¡Pa sembrar coplas eternas
la vida es un buen terreno... !
Si el rezar brinda consuelos
al que consuelo precisa,
igual que cristiano en misa
o matrero en medio 'el monte,
yo rezo en los horizontes
cuando la tarde agoniza.
Queda callada la pampa
cuando se ausenta la luz.
El chajá y el avestruz
van buscando la espesura,
y se agranda en la llanura
la soledad del ombú.
Entonces, igual que un poncho
a uno lo envuelve la tierra.
Desde el llano hasta la sierra
se va una sombra extendiendo,
y el alma va comprendiendo
las cosas que el mundo encierra.
Ahí está el justo momento
de pensar en el destino.
Si el hombre es un peregrino,
si busca amor o querencia,
o si cumple la sentencia
de morir en los caminos.
En el Norte vide cosas
que ya nunca he de olvidar.
Yo vide gauchos peliar
con facones caroneros
o con machetes cañeros
que al verlos hacía temblar.
Rara vez mata el paisano
porque ese instinto no tiene;
al duelo criollo se aviene
por no recular ni un tranco.
Hace saber que no es manco
y en el peliar se entretiene.
No hay serrano sanguinario
ni coya conversador;
el más capaz domador
jamás cuenta sus hazañas,
y no les tienta la caña
porque el "tintillo" es mejor.
Cada pago se aficiona
a una forma de peliar,
y aquel que quiera guapear
antes tendrá que alvertir
que para poder salir
hay que aprender a adentrar.
Se agarran a puñetazos
igual que en cualquier parte;
pero es una cencia aparte
usar los modos del pago.
Ahí se pone fiero el trago,
como dijo don Narvarte.
Cordobés, pa la pegrada.
Riojano, pal rebencazo.
Chileno, pal caballazo.
Salteño, con daga en mano.
Y es un rey el tucumano
pa peliar a cabezazos.
Siempre el criollo ha de peliar
de noche y medio machao.
Es una pena, cuñao,
que a veces por una tuna
se nublen noches de luna
y cielitos estrellaos.
Una canción sale fácil
cuando uno quiere cantar.
Cuestión de ver y pensar
sobre las cosas del mundo.
Si el río es ancho y profundo
cruza quien sabe nadar.
Que otros canten alegrías
si es que alegres han vivido.
Que yo también he sabido
dormirme en esos engaños.
Pero han sido más los años
de porrazos recibidos.
Nadie podrá señalarme
que canto por amargao.
Si he pasao lo que he pasao
quiero servir de alvertencia.
El rodar no será cencia
pero tampoco es pecao.
Yo he caminao por el mundo
he cruzao tierras y mares,
sin fronteras que me paren
y en cualesquiera guarida,
yo he cantao, tierra querida,
tus dichas y tus pesares.
A veces, caiban al canto
como vacaje a la aguada
para escuchar mis versadas
hombres de todos los vientos,
trenzando sus sentimientos
al compás de mi encordada.
Pobre de aquel que no sabe
del canto las hermosuras.
La vida, la más oscura,
la que tiene más quebrantos,
hallará siempre en el canto
consuelo pa su tristura.
Dicen que no tienen canto
los ríos que son profundos.
Mas yo aprendí en este mundo
que el que tiene más hondura,
canta mejor por ser hondo,
y hace miel de su amargura.
Con los tumbos del camino
se entran a torcer las cargas.
Pero es ley que en huella larga
deberán acomodarse.
Y aquel que llega a olvidarse
las ha de pasar amargas.
Amigos voy a dejarlos
está mi parte cumplida
en la forma preferida
de una milonga pampeana
canté de manera llana
ciertas cosas de mi vida.
Aura me voy no sé adónde,
pa mí todo rumbo es güeno.
Los campos, con ser ajenos
los cruzo de un galopito.
Guarida no necesito,
yo sé dormir al sereno...
Siempre hay alguna tapera
en la falda de una sierra.
Y mientras siga esta guerra
de injusticias para mí,
yo he de pensar desde allí
canciones para mi tierra.
Y aunque me quiten la vida
o engrillen mi libertad.
¡ Y aunque chamusquen quizá
mi guitarra en los fogones,
han de vivir mis canciones
en l'alma de los demás!
¡ No me nuembren, que es pecao,
y no comenten mis trinos
Yo me voy con mi destino
pal lao donde el sol se pierde.
¡ Tal vez alguno se acuerde
que aquí cantó un argentino!
Con su permiso viá dentrar
aunque no soy convidao
pero en mi pago un asao
no es de naides y es todos
yo via a cantar a mi modo
después que haya churrasqueao.
No tengo Dios pa pedir
cuartiada en esta ocasión,
ni puedo pedir perdón
si entuavía no hei faltao;
veré cuando haiga acabao;
pero ésa es otra cuestión.
Yo sé que muchos dirán
que peco de atrevimiento
si largo mi pensamiento
pal rumbo que ya elegí,
pero siempre he sido así;
galopiador contra el viento.
Eso lo llevo en la sangre
dende mi tatarabuelo.
Gente de pata en el suelo
fueron mis antepasaos;
criollos de cuatro provincias
y con indios misturaos.
Mi agüelo fue carretero,
mi tata fue domador;
nunca se buscó dotor
pues se curaban con yuyos,
o escuchando los murmuyos
de un estilo de mi flor.
Como buen rancho paisano
nunca falto una encordada,
de ésas que parecen nada
pero que son sonadoras.
Según el canto y la hora
quedaba el alma sobada.
Mi tata era sabedor
por lo mucho que ha rodao.
Y después que había cantao
destemplaba cuarta y prima,
y le echaba un poncho encima
"pa que no hable demasiado..."
La sangre tiene razones
que hacen engordar las venas.
Pena sobre pena y pena
hacen que uno pegue el grito.
La arena es un puñadito
pero hay montañas de arena
No sé si mi canto es lindo
o si saldrá medio triste;
nunca fui zorzal, ni existe
plumaje más ordinario.
Yo soy pájaro corsario
que no conoce alpiste.
Vuelo porque no me arrastro,
que el arrastrarse es la ruina;
anido en árbol de espina
lo mesmo que en cordillera
sin escuchar las zonceras
del que vuela a lo gallina.
No me arrimo así nomás
a los jardines floridos.
Sin querer vivo alvertido
pa' no pisar el palito.
Hay pájaros que solitos
se entrampan por presumidos.
Aunque mucho he traqueteao
no me engrilla la prudencia.
Es una falsa experiencia
vivir temblándole a todo.
Cada cual tiene su modo;
la rebelión es mi cencia.
Pobre naci y pobre vivo
por eso soy delicao.
Estoy con los de mi lao
cinchando tuitos parejos
pa' hacer nuevo lo que es viejo
y verlo al mundo cambiao.
Yo soy de los del montón,
no soy flor de invernadero.
Soy como el trébol campero,
crezco sin hacer barullo.
Me aprieto contra los yuyos
y así lo aguanto al pampero.
Acostumbrao a las sierras
yo nunca me sé marear,
y si me siento alabar
me voy yendo despacito.
Pero aquel que es compadrito
paga pa' hacerse nombrar.
Si me dicen señor,
agradezco el homenaje;
mas, soy gaucho entre el gauchaje
y soy nadie entre los sabios.
Y son pa' mi los agravios
que le hagan al paisanaje.
La vanidá es yuyo malo
que envenena toda huerta.
Es preciso estar alerta
manejando el azadón,
pero no falta el varón
que la riega hasta en su puerta.
El trabajo es cosa buena,
es lo mejor da la vida;
pero la vida es perdida
trabajando en campo ajeno.
Unos trabajan de trueno
y es para otros la llovida.
Trabajé en una cantera
de piedritas de afilar.
Cuarenta sabían pagar
por cada piedra pulida,
y era a seis pesos vendida
en eso del negociar.
Apenas el sol salía
ya estaba a los martillazos,
y entre dos a los abrazos
con los tamaños piegrones,
y por esos moldejones
las manos hechas pedazos.
Otra vez fui panadero
y hachero en un quebrachal;
he cargao bloques de sal
y también he pelao cañas,
y un puñado de otras hazañas
pa' mi bien o pa' mi mal.
Buscando de desasnarme
fui pinche de escribanía;
la letra chiquita hacía
pa' no malgastar sellao,
y era también apretao
el sueldo que recibía.
Cansao de tantas miserias
me largué pal Tucumán.
Lapacho, aliso, arrayán,
y hacha con los algarrobos.
¡Por dos cincuenta! Era robo
pa' que uno tenga ese afán.
Sin estar fijo en un lao
a toda labor le hacía,
y ansí sucedio que un día
que andaba de benteveo
me topé con un arreo
que dende Salta venía.
Me picó ganas de andar
y apalabré al capataz,
y ansí, de golpe nomás
el hombre me preguntó:
¿Tiene mula? Cómo no
le dije . Y hambre, demás.
A la semana de aquello
repechaba cordilleras,
faldas, cuestas y laderas
siempre pal lao del poniente,
bebiendo agua de vertiente
y aguantando las soleras.
Tal vez, alguien haya rodao
tanto como rodé yo
pero le juro, créamelo
que vi tanta pobreza
que yo pensé con tristeza
Dios por aquí no paso
Se nos despeñó una vaca
causa de la cerrazón,
y nos pilló la oración
cueriando y haciendo asao;
dende ese día, cuñao
se me gastó mi facón.
Me sacudí las escarchas
cuando bajé de los Andes,
y anduve en estancias grandes
cuidando unos parejeros;
trompeta, tapa y sombrero,
pero pa' los peones, de ande.
La peonada, al descampao,
el patrón, en Güenos Aires.
Nosotros, el cu...ello al aire
con las carona mojadas,
y la hacienda de invernada
más relumbrosa que un fraile.
El estanciero tenía
también sus cañaverales,
y en los tiempos otoñales
juntábamos los andrajos,
y nos íbamos p'abajo
dejando los pedregales.
Allí nos amontonaban
en lote con otros criollos,
cada cual buscaba un hoyo
ande quinchar su guarida,
y pasábamos la vida
rigoriaos y sin apoyo.
Faltar, no faltaba nada:
vino, café y alpargatas.
Si habré revoliao las patas
en gatos y chacareras.
Recién la cosa era fiera
al dir a cobrar las latas.
¡Qué vida más despareja!
Todo es ruindad y patraña;
Pelar caña es hazaña
del que nació pal rigor.
Allá había un solo dulzor
y estaba adentro e' la caña.
Era un consuelo pal pobre
andar jediendo a vinacho.
Hombres grandes y muchachos
como malditos en vida,
esclavos de la bebida
se lo pasaban borrachos.
¡Tristes domingos del surco
los que yo he visto y vivido!
Desparramaos y dormidos
en la arena amanecían,
a lo mejor soñarían
con la muerte o el olvido...
Riojanos y santiagüeños,
salteños y tucumanos,
con el machete en la mano
volteaban cañas maduras,
pasando sus amarguras
y aguantando como hermanos.
¡Rancho techao con maloja,
vivienda del peleador!
En medio de ese rigor
no faltaba una vihuela,
con que el pobre se consuela
cantando coplas de amor.
Yo también, que desde chango
unido al canto crecí,
más de un barato pedí
y pa' los peones cantaba.
¡Lo que a ellos les pasaba
también me pasaba a mí!
Cuando yo aprendí a cantar
armaba con pocos rollos.
Y en la orilla de un arroyo
bajo las ramas de un sauce,
crecí mirando en el cauce
mis sueños de pobre criollo.
Cuando sentí una alegría;
cuando el dolor me golpeó;
cuando una duda mordió
mi corazón de paisano,
desde el fondo de los llanos
vino un canto y me curó...
En esos tiempos pasaban
cosas que ya no pasan.
Cada cual tenía un cantar
o copla de anochecida.
Formas de curar la herida
que sangra en el trajinar.
Algunos cantaban bien.
Otros, pobres, más o menos...
Mas no eran cantos ajenos,
aunque marca no tenían.
Y todos se entretenían
guitarreando hasta el desvelo.
Por áhi se allegaba un máistro,
de esos puebleros letraos;
juntaba tropa y versiaos
que iban después a un libraco,
y el hombre forraba el saco
con lo que otros han pensao.
Los peones formaban versos
con sus antiguos dolores.
Después vienen los señores
con un cuaderno en la mano,
copian el canto paisano
y presumen de escritores.
El criollo cuida su flete,
su guitarra y su mujer;
siente que enfrenta un deber
cada vez que da la mano;
y aunque pa' todo es baquiano
sólo el canto ha de perder.
¡Coplas que lo acompañaron
en las quebradas desiertas,
aromas de flores muertas
y de patriadas vividas,
fueron la luz encendida
para sus noches despiertas!...
Se aflige si se le pierde
un bozal, un maneador,
pero no siente furor
si al escucharle una trova,
viene un pueblero y le roba
su mejor canto de amor.
De seguro, si uno piensa,
le halla el nudo a la madeja,
porque la copla más vieja,
como la ráiz de la vida,
tiene el alma por guarida,
que es ande anidan las quejas.
Por eso el hombre al cantar
con emoción verdadera,
echa su pena p' ajuera
pa que la lleven los vientos,
y ansí, siquiera un momento
se alivia su embichadera.
No es que no ame a su trova
ni que desprecie su canto.
Es como cuando un quebranto
en la noche de los llanos
hace aflojar al paisano
y el viento le lleva el llanto.
En asuntos del cantar,
la vida nos va enseñando
que sólo se va volando
la copla que es livianita.
Siempre caza palomitas
cualquiera que anda cazando...
Pero si el canto es protesta
contra la ley del patrón,
se arrastra de peón a peón
en un profundo murmullo,
y marcha al ras de los yuyos
como chasque en un malón.
Se pueden perder mil trovas
ande se canten quereres,
versos de dichas, placeres,
carreras y diversiones;
suspiros de corazones
y líricos padeceres.
Pero si la copla cuenta
del paisanaje la historia,
ande el peón vueltea la noria
de las miserias sufridas,
ésa, se queda prendida
como abrojo en la memoria
Lo que nos hizo dichosos
tal vez se pueda olvidar;
los años en su pasar
mudarán los pensamientos.
Pero angustias y tormentos
son marcas que han de durar...
Estas cosas que yo pienso
no salen por ocurrencia.
Para formar mi esperencia
yo masco antes de tragar.
Ha sido largo el rodar
de ande saqué la alvertencia.
Si uno pulsa la guitarra
pa cantar coplas de amor,
de potros, de domador,
del cielo y las estrellas,
dicen : ¡Qué cosa más bella!
¡Si canta que es un primor!
Pero si uno, como Fierro,
por áhi se larga opinando,
el pobre se va acercando
con las orejas alertas,
y el rico vicha la puerta
y se aleja reculando.
Debe trazar bien su melga
quien se tenga por cantor,
porque sólo el impostor
se acomoda en toda huella.
Que elija una sola estrella
quien quiera ser sembrador...
En el trance de elegir
que mire el hombre p' adentro,
ande se hacen los encuentros
de pensares y sentires.
Después... que tire ande tire,
con la concencia por centro.
Hay diferentes montones,
unos grandes, y otros chicos.
Si va pal montón del rico
el pobre que piensa poco,
detrás de los equivocos
se vienen los perjudicos.
Yo vengo de muy abajo,
y muy arriba no estoy.
Al pobre mi canto doy
y así lo paso contento,
porque estoy en mi elemento
y áhi valgo por lo que soy.
Si alguna vuelta he cantao
ante panzudos patrones,
he picaneao las razones
profundas del pobrerío.
Yo no traiciono a los míos
por palmas ni patacones.
Aunque canto en todo rumbo
tengo un rumbo preferido.
Siempre canté estremecido
las penas del paisanaje,
la explotación y el ultraje
de mis hermanos queridos.
Pa que cambiaran las cosas
busqué rumbo y me perdí;
al tiempo, cuenta me di
y agarré por buen camino.
¡Antes que nada, argentino;
y a mi bandera seguí...!
Yo soy del norte y del sur,
del llano y del litoral;
y naide lo tome a mal
si hay mil gramos en el kilo.
Ande quiera estoy tranquilo
pero ensillao, soy bagual.
El cantor debe ser libre
pa desarrollar su cencia.
Sin buscar la convenencia
ni alistarse con padrinos.
De esos oscuros caminos
yo ya tengo la experiencia.
Yo canto, por ser antiguos
cantos que ya son eternos;
y hasta parecen modernos
por lo que en ellos vichamos.
Con el canto nos tapamos
para entibiar los inviernos...
Y no canto a los tiranos
ni por orden del patrón.
El pillo y el trapalón
que se arreglen por su lado
con payadores comprados
y cantores de salón.
Por la fuerza de mi canto
conozco celda y penal.
Con fiereza sin igual
más de una vez fui golpiao,
y al calabozo tirao
como tarro al basural.
Se puede matar a un hombre.
Pueden su rostro manchar,
su guitarra chamuscar.
¡Pero el ideal de la vida,
esa es leñita prendida
que naide ha de apagar!
Los malos se van alzando
todo lo que hallan por áhi;
como granitos de máiz
siembran los peores ejemplos,
y se viene bajo el templo
de la decencia del páis.
Detrás del ruido del oro
van los maulas como hacienda;
no hay flojo que no se venda
por una sucia moneda;
mas, siempre en mi tierra queda
gauchaje que la defienda.
Cantor que cante a los pobres
ni muerto se ha de callar.
Pues ande vaya a parar
el canto de ese cristiano,
no ha de faltar el paisano
que lo haga resucitar.
El estanciero presume
de gauchismo y arrogancia.
El cree que es extravagancia
que su peón viva mejor.
Mas, no sabe ese señor
que por su peón tiene estancia.
Aquel que tenga sus reales
hace muy bien en cuidarlos;
pero si quiere aumentarlos
que a la ley no se haga el sordo.
Que en todo puchero gordo
los choclos se vuelven marlos.
Una vuelta, sin trabajo,
andaba por Tucumán,
y en una fonda, ande van
cantores de madrugada,
me acerqué pa la payada
que siempre ha sido mi afán.
Aunque extrañando la monta
me le apilé a un instrumento.
Y al cabo de algún momento
le di puerta a una baguala,
con una coplita rala
de esas que llevan los vientos.
Tal vez fuera la guitarra.
¡Tan lindo como sonaba !
Mi corazón remontaba
tristezas de los caminos,
y lo maldije al destino
que tantas penas me daba.
Un hombre se me acercó
y me dijo: ¿Qué hace acá?
Viaje pa la gran ciudad
que allá lo van a entender ;
áhi tendrá fama, placer
y plata pa regalar.
¡Para qué lo habré escuchao!
¡Si era la voz del mandinga !
Buenos Aires, ciudá gringa,
me tuvo muy apretao.
Tuitos se me hacían a un lao
como cu ... erpo a la jeringa.
Y eso que no vine pobre
pues traiba alpargatas nuevas.
Las viejas ... pa cuando llueva
en la alforja las metí;
un pantalón color gris
y un saco tirando a leva.
Saltando de radio en radio
anduve, figuresé.
Cuatro meses me pasé
en partidas malogradas;
naide aseguraba nada,
y sin plata me quedé.
Vendí mis lindas alforjas.
Mi guitarra, ¡la vendi !
En mi pobreza, ay de mí,
me hubiera gustao guardarla.
¡Tanto me ha costao comprarla
Pero, en fin ... todo perdí !
¡Vihuela, dónde andarás,
qué manos te están tocando.
Noches enteras pensando
siquiera como consuelo,
que sea un canto de este suelo
lo que te están arrancando...!
Cuando el máiz está en barbecho
luce un color brillantón;
las hebras, como un nailón
presumen con sus lindezas.
Pero agachan la cabeza
si las agarra el carbón.
Igual me pasaba a mí
en aquellos tiempos idos;
joven, fuerte, presumido,
y cuando se acabó el queso,
volví en un triste regreso
poblada l' alma de olvidos.
Cosas de la juventud...
¡Malhaya, dónde andarás...!
Aura que estoy bataraz
de tanto cambiar el pelo,
recuerdo aquellos develos
pero no miro p'atras.
Me volví pal Tucumán
nuevamente a padecer.
Y en eso de andar y ver
se pasarón muchos años
entre penas, desengaños,
esperanzas y placer.
Mas, no jué tiempo perdido,
asegún lo ví después.
Porque supe bien como es
la vida de los paisanos.
De todos me sentí hermano,
del derecho y del revés.
Siempre recuerdo los tiempos
en que guapiando pasé,
los cerros que atravesé
buscando lo que no hallaba,
y hasta a veces me quedaba
por esos campos de a pie.
La vida me fue enseñando
lo que vale una guitarra ;
por ella anduve en las farras
tal vez hecho un estropicio,
y casi me agarra el vicio
con sus invisibles garras.
Menos mal que llevo adentro
lo que la tierra me dio.
Patria, raza o que sé yo,
pero que me iba salvando,
y así, seguí caminando
por los caminos de Dios.
La cosa estaba en pensar
que al pulsar un instrumento,
hay que dar con sentimiento
toda la fuerza campera.
Pero nadie larga afuera
si no tiene adentro...
La guitarra es palo hueco,
y pa tocar algo bueno,
el hombre debe estar lleno
de claridades internas.
¡Pa sembrar coplas eternas
la vida es un buen terreno... !
Si el rezar brinda consuelos
al que consuelo precisa,
igual que cristiano en misa
o matrero en medio 'el monte,
yo rezo en los horizontes
cuando la tarde agoniza.
Queda callada la pampa
cuando se ausenta la luz.
El chajá y el avestruz
van buscando la espesura,
y se agranda en la llanura
la soledad del ombú.
Entonces, igual que un poncho
a uno lo envuelve la tierra.
Desde el llano hasta la sierra
se va una sombra extendiendo,
y el alma va comprendiendo
las cosas que el mundo encierra.
Ahí está el justo momento
de pensar en el destino.
Si el hombre es un peregrino,
si busca amor o querencia,
o si cumple la sentencia
de morir en los caminos.
En el Norte vide cosas
que ya nunca he de olvidar.
Yo vide gauchos peliar
con facones caroneros
o con machetes cañeros
que al verlos hacía temblar.
Rara vez mata el paisano
porque ese instinto no tiene;
al duelo criollo se aviene
por no recular ni un tranco.
Hace saber que no es manco
y en el peliar se entretiene.
No hay serrano sanguinario
ni coya conversador;
el más capaz domador
jamás cuenta sus hazañas,
y no les tienta la caña
porque el "tintillo" es mejor.
Cada pago se aficiona
a una forma de peliar,
y aquel que quiera guapear
antes tendrá que alvertir
que para poder salir
hay que aprender a adentrar.
Se agarran a puñetazos
igual que en cualquier parte;
pero es una cencia aparte
usar los modos del pago.
Ahí se pone fiero el trago,
como dijo don Narvarte.
Cordobés, pa la pegrada.
Riojano, pal rebencazo.
Chileno, pal caballazo.
Salteño, con daga en mano.
Y es un rey el tucumano
pa peliar a cabezazos.
Siempre el criollo ha de peliar
de noche y medio machao.
Es una pena, cuñao,
que a veces por una tuna
se nublen noches de luna
y cielitos estrellaos.
Una canción sale fácil
cuando uno quiere cantar.
Cuestión de ver y pensar
sobre las cosas del mundo.
Si el río es ancho y profundo
cruza quien sabe nadar.
Que otros canten alegrías
si es que alegres han vivido.
Que yo también he sabido
dormirme en esos engaños.
Pero han sido más los años
de porrazos recibidos.
Nadie podrá señalarme
que canto por amargao.
Si he pasao lo que he pasao
quiero servir de alvertencia.
El rodar no será cencia
pero tampoco es pecao.
Yo he caminao por el mundo
he cruzao tierras y mares,
sin fronteras que me paren
y en cualesquiera guarida,
yo he cantao, tierra querida,
tus dichas y tus pesares.
A veces, caiban al canto
como vacaje a la aguada
para escuchar mis versadas
hombres de todos los vientos,
trenzando sus sentimientos
al compás de mi encordada.
Pobre de aquel que no sabe
del canto las hermosuras.
La vida, la más oscura,
la que tiene más quebrantos,
hallará siempre en el canto
consuelo pa su tristura.
Dicen que no tienen canto
los ríos que son profundos.
Mas yo aprendí en este mundo
que el que tiene más hondura,
canta mejor por ser hondo,
y hace miel de su amargura.
Con los tumbos del camino
se entran a torcer las cargas.
Pero es ley que en huella larga
deberán acomodarse.
Y aquel que llega a olvidarse
las ha de pasar amargas.
Amigos voy a dejarlos
está mi parte cumplida
en la forma preferida
de una milonga pampeana
canté de manera llana
ciertas cosas de mi vida.
Aura me voy no sé adónde,
pa mí todo rumbo es güeno.
Los campos, con ser ajenos
los cruzo de un galopito.
Guarida no necesito,
yo sé dormir al sereno...
Siempre hay alguna tapera
en la falda de una sierra.
Y mientras siga esta guerra
de injusticias para mí,
yo he de pensar desde allí
canciones para mi tierra.
Y aunque me quiten la vida
o engrillen mi libertad.
¡ Y aunque chamusquen quizá
mi guitarra en los fogones,
han de vivir mis canciones
en l'alma de los demás!
¡ No me nuembren, que es pecao,
y no comenten mis trinos
Yo me voy con mi destino
pal lao donde el sol se pierde.
¡ Tal vez alguno se acuerde
que aquí cantó un argentino!
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